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Fuente: Blanca Calvo
Un club de lectura es un grupo de personas que leen al mismo tiempo un libro. Cada uno lo hace en su casa pero una vez a la semana, en un día y a una hora fijos, se reúnen todos para comentar las páginas avanzadas desde el encuentro anterior. En las reuniones se debate sobre lo que se ha leído en casa: el estilo literario, la
acción misma, los personajes... y es bastante frecuente derivar desde el libro a las experiencias personales de los miembros del club. En cada reunión se acuerda la cantidad a leer en los días posteriores, y es ese trozo solamente el que se comenta en la siguiente. Naturalmente cualquiera tiene el derecho a sobrepasar ese límite, pero no puede desvelar a sus compañeros lo que sucede después del punto marcado.
La gran aceptación que tienen los clubes se debe, seguramente, a que reúnen dos alicientes:
Por lo general las opiniones de los miembros del grupo enriquecen mucho la impresión inicial que cada uno saca leyendo en solitario. El apoyo del grupo es también muy positivo en el caso de algunos libros más exigentes de lo normal, hacia los que muchos lectores muestran pereza cuando están solos y que se leen con gran facilidad si otras personas lo hacen al mismo tiempo.
Para formar un club de lectura hacen falta tres cosas:
2.1. Los lectores
La primera cuestión que hay que aclarar es la cantidad de lectores necesaria para formar un club, y eso varía si hablamos de lectores infantiles o de adultos.
- Clubes de adultos
Pueden empezar a funcionar cuando haya diez personas dispuestas a arrancar. El grupo ideal es el de veinte a veinticinco, porque en un grupo de esas dimensiones se producen opiniones variadas y es fácil que todos puedan expresarlas. Se puede admitir un número mayor, pero no conviene que los clubes suban por encima de los treinta lectores, para que todos puedan intervenir en las reuniones. Cuando un grupo sobrepasa esa cantidad debe dividirse en dos. Así pueden incorporarse nuevas personas en cada uno deellos hasta que se alcance de nuevo la cifra aludida y sea necesaria una nueva división.
- Clubes infantiles o juveniles
Los niños y los jóvenes necesitan una atención más personalizada que los adultos; por lo tanto: Nn club juvenil puede empezar a funcionar cuando haya cinco lectores dispuestos a ello, y no conviene que exceda de quince personas. En el caso de los niños debe subirse el tope mínimo, porque las reuniones con menos de diez pueden resultar aburridas, pero el máximo de quince también es aplicable.
2.2. Los libros
El segundo requisito para formar un club son los libros, en cantidad suficiente para que cada una de las personas que forman parte del grupo pueda manejar un ejemplar. A estos materiales puede accederse de dos maneras: por compra ó a través del préstamo
- El préstamo
Cuando un organismo se plantea organizar un club de lectura debe mirar alrededor e identificar los lugares en los que puede encontrar ayuda. Aun en el caso de que el promotor del club tenga dinero para comprar obras, saber qué otras instituciones tienen este tipo de fondos es útil: se pueden establecer préstamos recíprocos y sacar el máximo partido a las inversiones. En general, las bibliotecas públicas grandes tienen presupuestos que les permiten comprar ejemplares múltiples de varios títulos cada año y, cuando esas obras ya han circulado entre sus usuarios, quedan disponibles para el préstamo, de manera que las bibliotecas más pequeñas, las asociaciones o los centros de enseñanza pueden utilizarlos.
Incluso en el caso de que la biblioteca grande no organice ningún club de lectura y por lo tanto no posea este tipo de fondos para el préstamo colectivo, si un usuario institucional le plantea esa necesidad debe adquirirlos para satisfacer esa demanda, de la misma forma que compra materiales cuando un usuario individual los pide.
- La compra
Cuando se van a comprar treinta ejemplares de una obra para adultos -o quince, si los lectores son niños o jóvenes- hay que hacer una selección cuidadosa. El gasto es elevado, así que hay que tratar de no equivocarse. La experiencia demuestra que el siguiente decálogo es útil:
2.3. El coordinador
Las funciones que ha de ejercer un coordinador o coordinadora de club de lectura son las siguientes:
Las bibliotecas que realizan desde hace tiempo esta actividad han contado con coordinadores de muy diversos tipos:
A la luz de esa experiencia se puede afirmar que no es tan importante el perfil profesional del coordinador como sus características personales. No importa que no haya pasado por la universidad, y por supuesto no es necesario que haya estudiado biblioteconomía ni que sea un especialista en crítica literaria, pero sí que tenga alguna de las siguientes cualidades, relacionadas con las tareas que ha de ejercer:
En los grupos ya sólidos la figura del coordinador puede delegarse en los lectores de forma rotatoria. Si el club sigue funcionando correctamente, esta situación puede prolongarse indefinidamente y su coordinador puede dedicarse a formar otro grupo.
3.1. Primeros pasos
Para reunir a cinco jóvenes, diez niños o diez adultos dispuestos a compartir sus lecturas y las emociones que ellas despiertan el primer paso es la propaganda.
Hay que divulgar la actividad por todos los medios disponibles, por ejemplo:
Si se usan octavillas, resulta especialmente útil explicar en ellas lo que se hace y lo que no se hace en un club de lectura, para que los posibles usuarios se formen una idea exacta, por ejemplo, conviene decir que:
También conviene incluir una lista de los libros que se van a leer en los primeros meses, y que deben ser títulos muy atractivos: sobre todo novedades y bestsellers.
A medida que las personas van mostrando su interés por participar en el club de lectura hay que hacer una toma de datos en unas hojas que entre otros posibles, tendrán los siguientes epígrafes:
Cuando cada persona rellene su hoja (ficha inscripción) hay que comunicarle que se le convocará a la primera reunión en cuanto se den las condiciones para arrancar, es decir, cuando se haya reunido el número mínimo del que se ha hablado en el apartado 2.1.
No hay que desanimarse si, cuando se hace la convocatoria, la respuesta es menos entusiasta de lo que en un principio se esperaba. Si hay un momento crítico a la hora de formar un club de lectura es el inicio. Una vez puesto en marcha, aparece el mejor método de divulgación posible: el boca a boca. Los primeros lectores se lo suelen recomendar a sus conocidos, y así es como el club empieza a crecer.
En poblaciones pequeñas es posible que la primera convocatoria obtenga una respuesta pobre. Si no se reúne el número de personas que permite arrancar, hay que dejar pasar unos meses y volverlo a plantear más tarde. A la segunda el club suele salir adelante. Las personas necesitan tiempo para asimilar una nueva actividad y vencer la pereza inicial.
3.2. Desarrollo
Las condiciones ideales para el funcionamiento de un club son las siguientes:
La línea ideal de un club es la que mezcla el aprendizaje con el debate: es importante ampliar los márgenes del libro invitando a los lectores a que busquen datos sobre la época en la que se desarrolla la acción, analicen el estilo y la estructura de las obras o se documenten sobre el autor... el coordinador también debe hacerlo, por si los lectores no aceptan su invitación, y debe compartir sus fuentes de conocimiento con ellos, transmitiendo así la idea de que aprender nuevas cosas es muy fácil: sólo hay que ir a buscar las informaciones allá donde se encuentren. Antes de cada reunión el coordinador debe haber preparado la lectura de manera minuciosa:
En las reuniones semanales el coloquio comenzará una vez que estén sentados todos los componentes del grupo. Se supone que todos los miembros acuden con la lectura realizada, pero si alguno no ha podido llegar al tope marcado no importa: escuchar a sus compañeros hablar de lo que ha ocurrido en las páginas no leídas por él es la mejor incitación para ponerse al día en la sesión siguiente.
La reunión puede comenzar pidiendo el coordinador que algún voluntario dé su opinión global sobre el trozo leído. Esa primera intervención irá dando lugar a otras, pero si llega un momento en el que el grupo calla, el coordinador debe lanzar nuevas preguntas. No hace falta decir que el coloquio ha de desarrollarse en un clima de respeto y tolerancia, evitando los diálogos particulares.
Se puede fomentar la costumbre de que los lectores anoten en una libreta los pasajes que más les hayan gustado y los lean en voz alta para los demás, compartiendo la emoción estética que a ellos les han causado. Y para introducir variedad en las sesiones, sobre todo cuando un libro está resultando pesado, conviene intercalar la lectura de artículos de prensa, poemas o teatro.
Los debates sobre el libro, especialmente si se ha seleccionado una obra de actualidad en la que se tocan temas cotidianos, pueden llevar a los lectores a tratar temas personales. A veces se llega incluso hasta el terreno de la confidencia; por ello ha de quedar claro que el secreto confidencial debe ser respetado.
Al final de cada libro es interesante hacer una rueda de conclusiones, invitando a todos los lectores -en el orden en el que están situados- a dar su opinión final sobre la obra. Es una buena forma de conseguir la participación de las personas más reservadas.
La receta del club de lectura ya está completa. Pero, como a todos los platos de calidad, conviene ponerle el adorno final; por eso vamos a hablar sobre otras actividades culturales que se pueden hacer a partir de los clubes.
Una de las principales virtudes de los clubes de lectura es que abren el mundo de la cultura a las personas que en un principio se acercan a ellos sólo para leer más. Las actividades culturales posibles a partir de los clubes de lectura son de tres tipos:
Para finalizar sólo queda aconsejar vivamente la organización de clubes de lectura. Son un alimento muy sabroso, tanto para los organizadores como para las personas que los componen.
Que tengan muy buen provecho todos cuantos se decidan a hacerlos.
La receta anterior no pretende decir cómo se ha de crear y trabajar en un club de lectura. Pretende servir como base de la que partir para ir amoldándola a las características de cada grupo. Por ejemplo, el coordinador no tiene porque ser siempre el mismo si el grupo lo decide y puede ir variando en función de cada nuevo libro o cada equis tiempo. Incluso se puede pedir a alguien con especial relevancia ó ligado de forma especial al mundo de la literatura que sea el coordinador durante la lectura de alguna obra y de esta forma enriquecer los conocimientos y experiencias del grupo.
La elección del libro puede hacerse por votación entre las personas del grupo entre varios propuestos por el coordinador, ó puede pedirse a los componentes del grupo que cada uno recomiende un libro para su lectura y después votarlos, ó una persona puede proponer un libro por tener un interés destacado o algún otro tipo de cualidad.
El tiempo entre reuniones es también un tema abierto, pueden hacerse reuniones cada semana, cada quince días, cada mes, dependiendo de la disponibilidad de tiempo de los integrantes del grupo, del tipo de libro, etc. En cuanto a la cantidad de páginas o texto al leer entre las reuniones puede variar en función del libro. Hay libros cuya
lectura es muy rápida bien porque hay poco texto por página o porque su lectura es muy fluida, en estos casos se puede aumentar el número de páginas a leer. Sin embargo, hay otros libros que por su tema, su tipo de letra o su complejidad son más costosos de leer y por tanto se puede reducir el número de páginas a leer entre sesiones ó incluso reducir el tiempo entre reuniones para poder llevar una lectura más compartida. Incluso, con textos muy breves puede decidirse hacer una
sola reunión cuando todo el grupo haya finalizado la lectura del libro y realizar un comentario global.
Las actividades paralelas que se pueden realizar, a parte de las citadas, son también incontables: cursos (de animación a la lectura, de dicción, de cuantacuentos, de técnicas de lectura, etc.), lecturas dramatizadas, talleres de escritura, interpretación de obras de teatro, …
Habría mil y una variantes que podíamos seguir esbozando aquí pero lo mejor es empezar a trabajar y que sea la práctica
y la experiencia las que nos muestren la mejor manera de organizar los grupos concretos en función de las circunstancias
y personas que los componen.
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